Cuando estudiaba en la Universidad Brown, Gabi Lewis era uno de esos fanáticos por la salud que fabricaba sus propias barritas de proteínas a partir de cero. Su compañero de habitación, Greg Sewitz, andaba interesado en la entomofagia – comer insectos, si no has estado en Brown – y a modo de broma, la pareja mezcló 2.000 grillos secos en un Vitamix con algunos frutos secos y cacao crudo. Repartieron su experimento después de las fiestas y lo vendieron en el mercado de agricultores del campus. «Lo hacíamos por nuestros amigos borrachos«, dice Lewis.
A la gente le gustaron las barritas, y cuando Lewis de 23 y Sewitz de 22 se graduaron el pasado mayo, comenzaron a investigar la manera de aumentar la producción. Recaudaron 55.000 dólares para poner en marcha su empresa, Exo, y trabajaron con las granjas de grillos, que tradicionalmente abastecen a las tiendas de mascotas y de cebos, con el fin de criar insectos para el consumo humano. Encontraron un fabricante para hacer la cocción y el embalaje, y contra todo pronóstico, persuadieron a un ex jefe de investigación en el Fat Duck, un restaurante con tres estrellas Michelin del Reino Unido, para que les ayudara a mejorar sus recetas. (El chef, Kyle Connaughton, tiene ahora una participación en la empresa). Tienen pensado vender las barritas a 2.99 dólares.
Todo esto suena como una parodia de la generación de los 80-90: dos recién graduados se interesan por la cocina sostenible y poner en marcha una nueva empresa en torno a la idea de comer insectos. Lewis y Sewitz son lo suficientemente serios como para atraer inversores. En unos días, trasladarán su residencia a AccelFoods, una aceleradora de Nueva York para nuevas empresas de alimentos que invirtió en Exo, y donde van a trabajar en la creación de un mercado de barritas de proteínas a base de polvo de grillo. La aceleradora invierte entre 18.000 y 50.000 dólares en sus empresas y se negó a decir cuánto había invertido en Exo.
«Nos tomamos todo esto como si fuera un MBA de seis meses«, dice Sewitz. «La mecánica de funcionamiento de una empresa de alimentos, ¿cómo se distribuyen los productos, cuándo es el mejor momento para operar a nivel nacional – es lo que nos mantiene entusiasmados«.
Los seres humanos probablemente siempre han comido insectos, dice Lewis, natural de Glasgow, Escocia. La Biblia bendice el consumo de grillos, afirma ( Levítico: «sin embargo, podéis comer a todo reptil volador que se mueva a cuatro patas, que tenga piernas además de patas para saltar en la tierra”). Más recientemente, los chefs de alta gama y los entusiastas de la nutrición se han interesado en comer ranas y rastreadores, dando lugar a un pequeño séquito de “bichoemprendedores”.
Se necesitan unos 35 grillos para producir suficiente harina para una barrita Exo, aunque el sabor de los insectos no se note. Lewis y Sewitz esperan que la novedad de comer grillos sea una ayuda para que Exo destaque dentro de una determinada categoría de público. La mayoría de las barritas de proteínas o bien son demasiado dulces o saben mal, dice Lewis. Lo que Exo ofrece son barritas de 65 gr que contienen 12 gramos de proteínas y están elaboradas según la receta de un reconocido chef.
Si las barritas tienen éxito, a Lewis y Sewitz les gustaría expandirse a otros mercados verticales. En escala, los grillos son una fuente de proteínas más barata que la procedente del ganado, dicen, y mucho más sostenible. Sewitz señala: «Una de nuestras ideas de lanzamiento es utilizar los excrementos que los grillos producen, que son muchos, para fertilizar las plantas y luego alimentarlos de nuevo con ellas«.
Por ahora, los grillos de Exo se alimentan de grano orgánico. Recientemente, la empresa ha fabricado unas 60.000 barritas – aproximadamente un tercio de la producción va destinada a los patrocinadores de puesta en marcha – y tienes planes de dirigir sus primeros esfuerzos de comercialización a los miembros de los gimnasios CrossFit. El inusual ingrediente utilizado por Exo debería hacerles populares entre otra tendencia emergente: el creciente número de estadounidenses que tratan de imitar los hábitos de alimentación (y descanso) de los seres humanos del Paleolítico. «Los grillos no podrían ser más primitivos como fuente de alimento«, dice Lewis.
Fuente: Patrick Clark www.businessweek.com
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