Los emprendedores de nuestro país pueden darse de alta como profesional autónomo, o bien, como autónomo de responsabilidad limitada. Aunque ambas figuras jurídicamente son muy similares, existen diferencias reseñables entre ambas, importantes de destacar. En caso de que estés pensando en darte de alta como autónomo, es importante que valores ambas posibilidades antes de decantarte por una de ellas.
Diferencias y similitudes, ventajas y desventajas de ambas opciones
Los autónomos tradicionales realizan una actividad profesional que controla y dirige uno mismo. Puede contratar trabajadores, o no, en función de sus necesidades. En caso de deudas con clientes o proveedores, es el autónomo el que responde, incluso con su propio patrimonio. En el caso del autónomo de responsabilidad limitada, la fórmula de trabajo es la misma. Es decir, el control y dirección recaen en el trabajador por cuenta propia y puede contratar, o no, empleados. Sin embargo, esta figura tiene limitada la responsabilidad frente a las deudas. En caso de deudas derivadas de su actividad económica, el autónomo de responsabilidad limitada tiene excluido el embargo de su vivienda, por ejemplo (excepto cuando sean de derecho público). Esta sería la principal diferencia, y ventaja, del emprendedor de responsabilidad limitada (ERL) frente al tradicional. No obstante, al tener más derechos, también tiene más obligaciones.
En primer lugar, el autónomo de responsabilidad limitada deberá inscribirse en el Registro Mercantil, y depositar sus cuentas anuales. En el caso del autónomo tradicional, este trámite no es necesario. Por otro lado, a la hora de realizar las gestiones iniciales para darse alta, los autónomos tradicionales pueden realizarlo de manera más rápida y económica que el ERL. En lo que respecta a la fiscalidad, ambos tributan bajo el IRPF, por lo que las diferencias no son muy significativas.
Por tanto, para proyectos de reducido tamaño, el autónomo tradicional es el más recomendado, por la sencillez de sus trámites y el ahorro en los mismos. Sin embargo, es recomendable que cuando se tienen negocios de un volumen superior, el autónomo se plantee la figura del ERL para salvaguardar su patrimonio, en caso de deudas empresariales.