La creciente complejidad de la regulación en materia de ciberseguridad está suponiendo un desafío importante para empresas, especialmente startups y pymes con recursos limitados. Normativas internacionales como ISO 27001, la Directiva NIS2 o el Esquema Nacional de Seguridad (ENS) están obligando a las organizaciones a adaptar sus estrategias para evitar sanciones y fortalecer su resiliencia digital.
El incremento de las amenazas cibernéticas ha llevado a endurecer los requisitos de seguridad en numerosos sectores. Según datos del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), en 2024 se registraron más de 120.000 incidentes de ciberseguridad en España. Un aumento del 20% respecto al año anterior.
El incumplimiento de estas normativas puede acarrear sanciones considerables. En el caso de la directiva NIS2, las multas pueden alcanzar hasta 10 millones de euros o el 2% del volumen de negocio anual global para entidades esenciales que no cumplan con los requisitos exigidos.
Impacto en startups y pymes: un obstáculo para el crecimiento
El ecosistema emprendedor en España cuenta con más de 4.000 startups activas, según el último informe del Observatorio del Emprendimiento de España. Sin embargo, la expansión de estas compañías en mercados internacionales se enfrenta a trabas regulatorias, ya que cada vez es más común que las grandes empresas exijan certificaciones de ciberseguridad como requisito para colaborar con nuevos proveedores.
Entre las acreditaciones más demandadas están la ISO 27001, que certifica la gestión segura de la información, y la directiva NIS2, que impone medidas avanzadas de ciberseguridad y plazos estrictos para reportar incidentes. En el ámbito nacional, el Esquema Nacional de Seguridad (ENS) es obligatorio para empresas que trabajan con la Administración Pública, añadiendo una nueva capa de exigencia a las compañías que buscan acceder a contratos gubernamentales.
El cumplimiento normativo es ciberseguridad como ventaja competitiva
Aunque el cumplimiento regulatorio puede suponer una carga adicional, adaptarse a estos estándares puede convertirse en un factor diferenciador en el mercado. Las empresas que logran certificaciones reconocidas a nivel internacional reducen su exposición a ciberataques y también refuerzan su reputación y mejoran su acceso a clientes y sectores más exigentes.