El sistema Verifactu marca un antes y un después en la gestión de facturación en España. Impulsado por la Agencia Tributaria a través del Real Decreto 1007/2023, su objetivo principal es asegurar la trazabilidad, integridad e inalterabilidad de todas las facturas emitidas, tanto en relaciones entre empresas (B2B) como entre empresas y consumidores (B2C). Esta medida busca reducir el fraude fiscal y acabar con el uso de software de doble contabilidad.
Verifactu introduce la obligación de generar un registro de facturación electrónico por cada factura emitida. Estos registros se encadenan entre sí mediante un sistema de hash, incluyen un código QR, y deben estar firmados digitalmente. Esta estructura garantiza que no se pueda modificar la información una vez registrada, aportando seguridad jurídica y transparencia en los procesos contables.
Desde julio de 2025, el uso del sistema será voluntario, pero a partir del 1 de enero de 2026 será obligatorio para las empresas, y desde el 1 de julio del mismo año, también para autónomos. Es recomendable anticiparse a estos plazos para evitar imprevistos, fallos técnicos o sanciones derivadas de un mal cumplimiento.
¿Qué necesito para cumplir con Verifactu?
Para implementar correctamente este sistema, será imprescindible contar con un software de facturación homologado por la Agencia Tributaria. Este programa deberá cumplir con una serie de requisitos técnicos: capacidad de generar registros encadenados e inalterables, conexión directa con los servidores de la AEAT, actualización automática ante posibles cambios normativos, y una interfaz intuitiva que facilite su uso diario.
Además, el software debe permitir subsanar errores, consultar registros y cumplir con los formatos exigidos para la comunicación con Hacienda (principalmente XML y protocolo SOAP). En la fase voluntaria, será posible enviar altas, bajas o anulaciones, así como consultar hasta 10.000 registros por solicitud.
Verifactu no solo implica una nueva obligación legal, sino también una oportunidad para modernizar la gestión interna de las empresas. Al garantizar un mayor control y automatización en la facturación, se gana en eficiencia, se reduce el margen de error humano y se fortalecen las relaciones con la Administración.