Las cosmetólogas y directoras dermocosméticas de Perricone MD, Byoode y Boutijour explican en qué consiste en ‘manly cleansing’ y cómo perjudica a la rutina de belleza
«El paso más importante de una rutina de skincare es la limpieza», sentencia Raquel González, cosmetóloga y creadora de Byoode. Y lo cierto es que hay hábitos que empiezan con buen propósito, pero acaban torciéndose sin que ser consciente de ello, sobre todo cuando la fuerza bruta entra en juego. «Pasa mucho con los hombres (aunque no son los únicos) y la limpieza facial. Tienen el gel y saben que se lo tienen aplicar dos veces al día, pero en muchas ocasiones echan un poco en la mano, lo restriegan con fuerza por la cara y se aclaran en dos segundos. Desde fuera parece que cumplen. Desde la piel, no. Le falta aire, espuma, ese momento en el que el limpiador se activa de verdad», expone Patricia Garín, directora dermocosmética de Boutijour. Y es que, como advierte Mireia Fernández, directora dermocosmética de Perricone MD, «un limpiador mal trabajado puede irritar, deja residuos y dispara la sensación de piel sucia aunque hayas hecho la rutina. Justo eso es lo que ocurre con el ‘manly cleasing’».
En qué consiste el ‘manly cleansing’ y de dónde viene el término
El término ‘manly cleansing’ viene del inglés y significa literalmente limpieza masculina. «Es una expresión coloquial para describir esa forma algo brusca y rápida con la que muchos hombres aplican el gel limpiador (aunque también puede aplicar a las mujeres). El producto va directo en la cara, con una fricción fuerte y sin producir toda la espuma que debería», explica Raquel González, cosmetóloga y creadora de Byoode.
El problema está justo ahí. «Es fácil encontrarse con dos situaciones principales dentro de lo que se conoce Manly Cleansing: por un lado, que se frota muy fuerte el gel en las manos antes de llevarlo al rostro, y por otro, que se masajea fuerte sobre a cara. Cuando se hace así, no se hace toda la espuma posible y encima se hiperactiva la piel del rostro, produciendo posibles irritaciones y que no limpiemos en profundidad», analiza Estefanía Nieto, directora dermocosméica de Medik8.
Por qué perjudica la piel y cómo evitarlo
Cuando el limpiador no trabaja como debe, la piel tampoco responde como se espera. Queda menos limpia, más reactiva y con más sensación de tirantez. «La piel acaba más sensible porque o usas demasiada cantidad de gel y poca agua, o aprietas mucho para intentar espumar, pero no surge la espuma, precisamente, por esa excesiva presión. El producto no se dispersa, queda denso y puede alterar la función barrera», comenta Raquel González, cosmetóloga y creadora de Byoode.
Esto trae consigo otro efecto. «Lo que se aplica después (sérum, crema y protector solar) funciona peor. Si la piel no está completamente limpia, está irritada o no se encuentra bien preparada, lo que añades encima tampoco rinde al cien por cien. Muchos hombres creen que «la crema me engrasa» o «este sérum no hace nada», cuando el verdadero fallo viene de antes», añade Estefanía Nieto, directora dermocosmética en Medik8.
Cómo hacerlo bien
La solución es más simple de lo que parece. «Mezcla el gel con agua y actívalo entre las manos hasta que salga una espuma aireando suavemente para que el producto se espume. La clave está en no apretar, sino en airear, así se activan los tensioactivos del limpiador», corrige Raquel González, cosmetóloga y creadora de Byoode.
«Ese detalle marca la diferencia y hace que la piel asimile mejor todo lo que aplicas después. Al llevarlo al rostro, es importante pasarlo por la piel, pero no frotar de manera que incluso desplacemos el tejido», señala Patricia Garín, directora dermocosmética de Boutijour.
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